sábado, 19 de diciembre de 2015

Relato: Un cumpleaños en Halloween (3)



Soñadores aquí os dejo la tercera parte de este relato!!!
Espero que os guste y que comentéis mucho!!

Capítulo 3
Sus ojos azules penetraron en mi alma, por un momento sentí que algo nos unía. Me llevé la mano a la cabeza para intentar colocar un poco mi larga cabellera oscura que seguro que estaba enmarañada. Me senté dejando más aún a la vista el pijama de corazones que llevaba puesto. De repente un brillo alrededor de Pablo llamó mi atención, algo de color grisáceo le envolvía por completo, ¿qué era aquello?
Pablo carraspeó y sus ojos se fijaron en mi pijama. Sus ojos tenían un brillo divertido e intentaba ocultar la risa que estaba a punto de estallar. Intenté taparme con la sábana, puse mi mejor expresión indignada y dije:
-          ¿Se puede saber que te hace tanta gracia? Estoy enferma, con fiebre, me he desmallado y golpeado en la cabeza, el dolor me mata y parece que me va estallar la cabeza y tú te ríes de mí.- Sentencié intentando demostrar todo mi cabreo.
-          ¡Relájate, mujer! ¿Qué quieres que haga si tu pijama es tan… divertido? No te pega para nada.- dijo riéndose a carcajada limpia- Eres toda una caja de sorpresas, Paula.
Seguí mirando a Pablo con mi mejor cara de indiferencia aunque por dentro me encantaba que estuviese a mi lado, preocupado por mí y muy a mi pesar riéndose de mi pijama de corazones. Pocas veces estábamos solos como ahora y por eso atesoraba estos momentos como oro en paño. El silencio se formó entre nosotros y su mirada se volvió más intensa a la vez que tierna. Aferré con más fuerza mis sábanas para taparme ya que noté una corriente fría me atravesaba de un lado a otro del cuerpo. Me moví inquieta en la cama por lo que acababa de sentir. La ventana estaba cerrada, la puerta de mi habitación también y seguro que el resto de la casa estaría cerrado a cal y canto ya que empezaba a hacer frío, se acercaba el invierno.
Un mechón rebelde de mi flequillo, cayó sobre mis ojos como si eso que me había atravesado moviera todo el aire de la habitación y me revolviera el pelo. Me quedé quita, mirando a través de mi cabello a sus ojos. ¿Qué tenían sus ojos que tanto me hipnotizaban?
Se acercó lentamente a mí, levantó su mano despacio como si dudara de lo que tenía pensado hacer. Estiró su mano hacia mi mechón, mi corazón se aceleró y solté sin querer mis sábanas dejando otra vez al descubierto mi pijama de corazones.  Agarré mis manos por temor a que me temblaran y pensara algo raro. En mis oídos retumbaba el sonido de mi corazón bombeando la sangre a todo mi cuerpo aunque me daba la sensación de que no llegaba a mi cabeza pues era incapaz de reaccionar, solo miraba a Pablo, sus ojos, sus labios carnosos y rosados que me invitaban a besarlos y hacerlos míos. De repente, Pablo estaba serio y yo asustado pensando en mil y una posibilidades de que pudiera pasar entre nosotros en ese momento pero, el sonido sordo y fuerte de una puerta cerrándose hizo que nos separáramos y mirásemos a otro lado avergonzados.
Después de ese momento tenso entre nosotros, él se marchó de la habitación sin decirme nada, sin mirarme siquiera y dejándome con el corazón roto aunque la verdad la culpa había sido mía por adelantarme a los acontecimientos. ¿Acaso él y yo podríamos tener algo?
Pasé tres días en cama, mi madre me cuidaba y me mimaba como nunca pero la tristeza no se marchaba de mis ojos, ¿podría olvidar algún día eses momentos con Pablo? Ya sé que no había sido nada, solo había alargado su mano hacia mí pero igual, no sé, igual podía haberme besado.
Después de tres días y la visita del médico dándome el alta sin encontrar una explicación a lo que me había pasado, volví a la rutina con mis amigas para terminar el disfraz a tiempo. Compré el maquillaje al agua, sangre y algunas cosas más que me llamaron la atención para completar el atuendo de Samaín. De camino a casa, paseando sin prisa pues ya estábamos en fin de semana, me di cuenta de que había una tienda nueva de regalos personalizados. Me acerqué al escaparate y vi un llavero que me llamó la atención, no era una gran cosa pero por su simplicidad me parecía lo más bonito del mundo.
Entré y pregunté el precio, el dependiente me volvió a mostrar el llavero. En un lado estaba gravado los intríngulis de los colores del caleidoscopio que tanto me gusta para pensar y que por alguna extraña razón a él también. Tal vez por eso mismo mi abuela le había traído a Pablo uno al igual que a mí en uno de sus viajes. El chico dijo que detrás podíamos ponerle un dibujo, una frase e incluso el dibujo con la frase. Tenía buena pinta y enseguida supe que le iba a encantar.  Le indiqué al chico la frase que tenía que ponerle y una pequeña foto carnet que tenía en la cartera de cuando éramos pequeños. Pagué un adelanto y dentro de una semana volvería a por el.
El resto de camino hacia casa fue tranquilo aunque al pasar por delante del parque, volví a sentir la misma extraña sensación de que alguien me perseguía y me vigilaba. Me giré hacia todos los lados, intentando ver algo en la oscuridad. Corrí hacia casa con el corazón a mil por hora, no daba respirado bien por el esfuerzo de ir tan rápido y no perder nada de las bolsas.
Cuando estaba llegando la parada del bus de parque, unos chicos aparecieron de la nada con varias botellas en las manos y claramente borrachos, tambaleándose y chillando los unos con los otros en lo que para ellos seguro que era una conversación normal. Me encogí cerca de la parada, intentando evitar que se fijaran en mí. Miré la pantalla con la información de los autobuses y el siguiente autobús que pasaba por casa tardaría en llegar cinco minutos.  Los chicos cada vez se acercaban más y yo intentaba esconderme entre las sombras, ¿por qué tenía tanto miedo? De repente uno de ellos tiró la botella de otro y este como respuesta alzó la mano con algo brillando, ¡una navaja! Empezaron a pelearse entre ellos, gritando, dándose puñetazos y alguna que otra navajada.  Mis nervios estaban a flor de piel y los minutos no pasaban lo suficientemente rápido. No sé de dónde uno de ellos sacó una pistola con la que apuntó al que había tirado la botella ya que le había conseguido quitar la navaja de las manos el otro chaval que estaba con ellos. ¡Autobús aparece YA! Un silencio intranquilo se apoderó de la calle, suspiré de alivio pero un cuarto chico borracho, rezagado y con un porro entre los labios, llegó hasta mí y me empujó haciendo que la bolsa se me callera al suelo y su botella de alcohol también.
-          Mira por donde andas niñata.- Me chilló.- Ahora tienes que comprarme una nueva botella de ron.
-          Yo…- Era imposible hablar, estaba paralizada. ¿Cómo quería una botella nueva si por aquí no había bares ni supermercados?
-          ¡Quiero otra botella!- siguió chillando.
Me agaché a coger mi bolsa, miré la pantalla de los autobuses sin que se diera cuenta y vi que solo quedaba un minuto.
-          Lo siento, no fue mi intención.- conseguí decir.
Solo tenía que entretenerle un minuto y jugármela a una salida temeraria y subir al autobús. El chico se acercó a mí y a cada paso que daba el olor del alcohol mezclado con la marihuana me daba ganas de vomitar. Me moví para ponerme en el bordillo de la acera esperando que de un momento a otro el autobús llegara, abriera las puertas y de un salto meterme dentro y que todo esto quedara en un mal susto.
Los otros individuos que se estaban peleando por la botella vinieran al rescate de su amigo enarbolando sus armas dispuestos a matarme. En su mirada había furia y yo me acojonaba por momentos aunque intentaba parecer tranquila. Poco a poco me acorralaban y yo solo sentía el latir de mi corazón en mis oídos. Chillaban cosas que no lograba entender y mis pies, traicioneros, no se movían.
Miré hacia la derecha y una luz cegadora apareció. Los cuatro chicos me tenían acorralada y si daba un paso más hacia atrás me iba a caer en la carretera. ¿Dónde estaba mi ángel de la guarda en estos tomentos? ¿Tomándose una copa de vodka o algo? Si existe algo que vele por el bien de la gente, por favor ¡AYUDA! Chillé en mi interior.


6 comentarios:

  1. Joder madre como me has tenido de inteigado, ni he respirado y ahora me dejas así uffff

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  2. Joder madre como me has tenido de inteigado, ni he respirado y ahora me dejas así uffff

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  3. Genial Lizzie! A esperar el siguiente. Un besazo.

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  4. Madre mía, por un momento pensé que Pablo iba a aparecer para rescatarla de esos borrachos, en plan Crepusculo. >.< Temo por Paula, espero que tu cabeza, no tenga peores planes para la protagonista. >.<

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