Soñadores aquí os dejo la tercera parte de este relato!!!
Espero que os guste y que comentéis mucho!!
Capítulo 3
Sus ojos azules penetraron en mi alma, por un momento sentí
que algo nos unía. Me llevé la mano a la cabeza para intentar colocar un poco
mi larga cabellera oscura que seguro que estaba enmarañada. Me senté dejando
más aún a la vista el pijama de corazones que llevaba puesto. De repente un
brillo alrededor de Pablo llamó mi atención, algo de color grisáceo le envolvía
por completo, ¿qué era aquello?
Pablo carraspeó y sus ojos se fijaron en mi pijama. Sus ojos
tenían un brillo divertido e intentaba ocultar la risa que estaba a punto de
estallar. Intenté taparme con la sábana, puse mi mejor expresión indignada y
dije:
-
¿Se puede saber que te hace tanta gracia? Estoy
enferma, con fiebre, me he desmallado y golpeado en la cabeza, el dolor me mata
y parece que me va estallar la cabeza y tú te ríes de mí.- Sentencié intentando
demostrar todo mi cabreo.
-
¡Relájate, mujer! ¿Qué quieres que haga si tu
pijama es tan… divertido? No te pega para nada.- dijo riéndose a carcajada
limpia- Eres toda una caja de sorpresas, Paula.
Seguí mirando a Pablo con mi mejor cara de indiferencia
aunque por dentro me encantaba que estuviese a mi lado, preocupado por mí y muy
a mi pesar riéndose de mi pijama de corazones. Pocas veces estábamos solos como
ahora y por eso atesoraba estos momentos como oro en paño. El silencio se formó
entre nosotros y su mirada se volvió más intensa a la vez que tierna. Aferré
con más fuerza mis sábanas para taparme ya que noté una corriente fría me
atravesaba de un lado a otro del cuerpo. Me moví inquieta en la cama por lo que
acababa de sentir. La ventana estaba cerrada, la puerta de mi habitación
también y seguro que el resto de la casa estaría cerrado a cal y canto ya que
empezaba a hacer frío, se acercaba el invierno.
Un mechón rebelde de mi flequillo, cayó sobre mis ojos como
si eso que me había atravesado moviera todo el aire de la habitación y me
revolviera el pelo. Me quedé quita, mirando a través de mi cabello a sus ojos.
¿Qué tenían sus ojos que tanto me hipnotizaban?
Se acercó lentamente a mí, levantó su mano despacio como si
dudara de lo que tenía pensado hacer. Estiró su mano hacia mi mechón, mi
corazón se aceleró y solté sin querer mis sábanas dejando otra vez al
descubierto mi pijama de corazones.
Agarré mis manos por temor a que me temblaran y pensara algo raro. En
mis oídos retumbaba el sonido de mi corazón bombeando la sangre a todo mi
cuerpo aunque me daba la sensación de que no llegaba a mi cabeza pues era
incapaz de reaccionar, solo miraba a Pablo, sus ojos, sus labios carnosos y
rosados que me invitaban a besarlos y hacerlos míos. De repente, Pablo estaba
serio y yo asustado pensando en mil y una posibilidades de que pudiera pasar
entre nosotros en ese momento pero, el sonido sordo y fuerte de una puerta
cerrándose hizo que nos separáramos y mirásemos a otro lado avergonzados.
Después de ese momento tenso entre nosotros, él se marchó de
la habitación sin decirme nada, sin mirarme siquiera y dejándome con el corazón
roto aunque la verdad la culpa había sido mía por adelantarme a los acontecimientos.
¿Acaso él y yo podríamos tener algo?
Pasé tres días en cama, mi madre me cuidaba y me mimaba como
nunca pero la tristeza no se marchaba de mis ojos, ¿podría olvidar algún día
eses momentos con Pablo? Ya sé que no había sido nada, solo había alargado su
mano hacia mí pero igual, no sé, igual podía haberme besado.
Después de tres días y la visita del médico dándome el alta
sin encontrar una explicación a lo que me había pasado, volví a la rutina con
mis amigas para terminar el disfraz a tiempo. Compré el maquillaje al agua,
sangre y algunas cosas más que me llamaron la atención para completar el
atuendo de Samaín. De camino a casa, paseando sin prisa pues ya estábamos en
fin de semana, me di cuenta de que había una tienda nueva de regalos
personalizados. Me acerqué al escaparate y vi un llavero que me llamó la
atención, no era una gran cosa pero por su simplicidad me parecía lo más bonito
del mundo.
Entré y pregunté el precio, el dependiente me volvió a
mostrar el llavero. En un lado estaba gravado los intríngulis de los colores
del caleidoscopio que tanto me gusta para pensar y que por alguna extraña razón
a él también. Tal vez por eso mismo mi abuela le había traído a Pablo uno al
igual que a mí en uno de sus viajes. El chico dijo que detrás podíamos ponerle
un dibujo, una frase e incluso el dibujo con la frase. Tenía buena pinta y
enseguida supe que le iba a encantar. Le
indiqué al chico la frase que tenía que ponerle y una pequeña foto carnet que
tenía en la cartera de cuando éramos pequeños. Pagué un adelanto y dentro de
una semana volvería a por el.
El resto de camino hacia casa fue tranquilo aunque al pasar
por delante del parque, volví a sentir la misma extraña sensación de que
alguien me perseguía y me vigilaba. Me giré hacia todos los lados, intentando
ver algo en la oscuridad. Corrí hacia casa con el corazón a mil por hora, no
daba respirado bien por el esfuerzo de ir tan rápido y no perder nada de las
bolsas.
Cuando estaba llegando la parada del bus de parque, unos
chicos aparecieron de la nada con varias botellas en las manos y claramente
borrachos, tambaleándose y chillando los unos con los otros en lo que para
ellos seguro que era una conversación normal. Me encogí cerca de la parada,
intentando evitar que se fijaran en mí. Miré la pantalla con la información de
los autobuses y el siguiente autobús que pasaba por casa tardaría en llegar
cinco minutos. Los chicos cada vez se
acercaban más y yo intentaba esconderme entre las sombras, ¿por qué tenía tanto
miedo? De repente uno de ellos tiró la botella de otro y este como respuesta
alzó la mano con algo brillando, ¡una navaja! Empezaron a pelearse entre ellos,
gritando, dándose puñetazos y alguna que otra navajada. Mis nervios estaban a flor de piel y los minutos
no pasaban lo suficientemente rápido. No sé de dónde uno de ellos sacó una
pistola con la que apuntó al que había tirado la botella ya que le había
conseguido quitar la navaja de las manos el otro chaval que estaba con ellos.
¡Autobús aparece YA! Un silencio intranquilo se apoderó de la calle, suspiré de
alivio pero un cuarto chico borracho, rezagado y con un porro entre los labios,
llegó hasta mí y me empujó haciendo que la bolsa se me callera al suelo y su
botella de alcohol también.
-
Mira por donde andas niñata.- Me chilló.- Ahora
tienes que comprarme una nueva botella de ron.
-
Yo…- Era imposible hablar, estaba paralizada.
¿Cómo quería una botella nueva si por aquí no había bares ni supermercados?
-
¡Quiero otra botella!- siguió chillando.
Me agaché a coger mi bolsa, miré
la pantalla de los autobuses sin que se diera cuenta y vi que solo quedaba un
minuto.
-
Lo siento, no fue mi intención.- conseguí decir.
Solo tenía que entretenerle un
minuto y jugármela a una salida temeraria y subir al autobús. El chico se
acercó a mí y a cada paso que daba el olor del alcohol mezclado con la
marihuana me daba ganas de vomitar. Me moví para ponerme en el bordillo de la
acera esperando que de un momento a otro el autobús llegara, abriera las
puertas y de un salto meterme dentro y que todo esto quedara en un mal susto.
Los otros individuos que se
estaban peleando por la botella vinieran al rescate de su amigo enarbolando sus
armas dispuestos a matarme. En su mirada había furia y yo me acojonaba por
momentos aunque intentaba parecer tranquila. Poco a poco me acorralaban y yo
solo sentía el latir de mi corazón en mis oídos. Chillaban cosas que no lograba
entender y mis pies, traicioneros, no se movían.
Miré hacia la derecha y una luz
cegadora apareció. Los cuatro chicos me tenían acorralada y si daba un paso más
hacia atrás me iba a caer en la carretera. ¿Dónde estaba mi ángel de la guarda
en estos tomentos? ¿Tomándose una copa de vodka o algo? Si existe algo que vele
por el bien de la gente, por favor ¡AYUDA! Chillé en mi interior.
Que intriga!!! Maaaaass!
ResponderEliminarJoder madre como me has tenido de inteigado, ni he respirado y ahora me dejas así uffff
ResponderEliminarIntrigada, que mal escribo por Dios
EliminarJoder madre como me has tenido de inteigado, ni he respirado y ahora me dejas así uffff
ResponderEliminarGenial Lizzie! A esperar el siguiente. Un besazo.
ResponderEliminarMadre mía, por un momento pensé que Pablo iba a aparecer para rescatarla de esos borrachos, en plan Crepusculo. >.< Temo por Paula, espero que tu cabeza, no tenga peores planes para la protagonista. >.<
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