viernes, 18 de diciembre de 2015

Relato: Un cumpleaños en Halloween (2)


Hola soñadores!!!
Aquí está el segundo capítulo , espero que os guste!!

Si no has leído el primer capítulo, pincha aquí (+)

Capítulo 2


Me quedé mirando hacia aquella chica despampanante, con ese escotazo de vértigo que iba detrás de mi amigo.
—Hola.- contesté sin dejar de mirar a aquella chica de reojo.— ¡Qué raro verte en el cine!
—Me han liado—dijo riéndose a lo cual yo me sumé muy bien sin saber por qué.—  Esta es Paloma, la hija de unos amigos de mis padres que han venido de visita y me han pedido que la llevara al cine.
—Encantada—le respondí sin ganas.— ¿Tus padres te buscan novia a la antigua?
Sin ganas nos reímos por mi ocurrencia mientras mis amigas me miraban sin creerse lo que estaba pasando.  ¿Quién podría competir con semejante pibón? Tras un rato más de charla insustancial sobre la película que iba a empezar  se sentaron en la fila que estaba delante nuestra. Cuando apagaron las luces  y pusieron la publicidad decidí intentar olvidar a mi amigo con aquella chica, abrí la bolsa de chuches y me centré en aquella película de suspense que prometía tenerme enganchada.
Mis amigas se sobresaltaron muchas veces y a decir verdad, en una ocasión hicieron que yo también pegara un bote en mi asiento ya que ellas se asustaron y se agarraron a mí haciendo que yo también me asustara.
Al salir de la sala de cine, decidimos pasarnos por la sala recreativa a jugar un rato a nuestra máquina favorita de baile, muy de Estados Unidos. Nos divertíamos mucho y hasta llegué a olvidarme del accidente del pibonazo si no fuera porque aquella chica seguida por mi amigo entraba en la sala y se paraban en el simulador de fórmula uno.
Mis amigas se dieron cuenta y me avisaron, por lo cual, con un par de señas nos largamos casi a escondidas para que no nos viera, como si fuéramos unas ladronas  para no ser descubiertas por las cámaras. Fue divertido y al salir y estar lo suficientemente  lejos de la sala recreativa saltamos y chillamos como si hubiésemos huido del malo malísimo y salido victoriosas. Lo mejor de todo es tener amigas tan locas como yo para disfrutar de nuestras idas de olla.
Necesitaba despejarme  y mis amigas como entendiendo mi deseo interno me llevaron a rastras a un pequeño parque infantil en el que jugamos como si tuviéramos cinco años, nos subimos a los toboganes, a los columpios, reímos muchísimo pero de repente noté algo extraño. Mi corazón empezó a latir a cien por hora, no podía tragar la saliva del nudo que se me había formado en la garganta, el vello de mis brazos y de mi nuca se había puesto de punta y mis manos comenzaron a sudar. Miré hacia todos los lados del parque intentando descubrir que fue aquello que había puesto mis sentidos al límite. No encontré nada sospechoso, todo parecía normal en una noche de fin de semana. ¡Qué día más raro!
Después de una noche de paseo y diversión con mis amigas, volví a coger el autobús nocturno a casa. El autobús iba vacío y el silencio solo se rompía con las canciones pop de la radio del conductor. Apoyé la cabeza en el cristal sintiendo la vibración y notando que poco a poco me dormía.
Me desperté temblando, sin saber por qué y justo cuando estaba llegando a la parada de mí casa. Me levanté y me dirigí a la puerta trasera mientras me agarraba a las barras para no caerme. No me sentía cómoda y eso que tenía el autobús para mi sola. Llegó mi parada y con gran alivio me bajé no sin antes despedirme del conductor a la vez que volvía esa sensación incómoda y una descarga eléctrica me recorrió por completo mientras por el rabillo del ojo vi una sombra pegada a mí.
Empezaba a hacer frío así que aceleré el paso para llegar a mi portal y subir a mi casa que estaría calentita gracias a la calefacción. Rápidamente abrí el portal y subí corriendo las escaleras que me separaban del confort de mi cama, ¡menuda noche había tenido!
Cuando me metí entre las sábanas mi cuerpo entró en calor y con el sueño que tenía me quedé dormida enseguida. Después de lo que me parecieron cinco minutos, me levanté al baño medio dormida cuando en el pasillo me encontré de frente con una sombra que me atravesó de un lado a otro. Sentí muchísimo frío, me empecé a marear y a notar un dolor punzante en la cabeza cuando unas luces empezaron a rodearme, no pude soportar más mi cuerpo que cada vez notaba más y más pesado y me caí al suelo.
Desperté en mi cama y llevé la mano a mi cabeza como si al sujetarla fuera a dolerme menos. Mi madre entró en la habitación con una taza de sopa humeante, me puso la mano en la frente y el termómetro debajo del brazo para comprobar si tenía fiebre. Empecé a dar pequeños sorbos a la sopa intentando no mover mucho el brazo. Cuando sonó el pitido del termómetro y mi madre comprobó que no tenía fiebre me dio un beso y salió de la habitación porque estaban timbrando en casa.
Escuchaba una conversación lejana, la voz me parecía conocida aunque no lograba asociarla a nadie en estos momentos. Terminé la sopa y puse la taza sobre la mesilla, me encogí entre las sábanas sintiendo el calor por toda mi piel. La sensación de frío seguía en cada poro de mi piel, necesitaba entrar en calor y olvidar todas esas cosas raras que me estaban pasando. Cerré los ojos y mi mente empezó a divagar mil explicaciones que poco a poco descartaba. De repente mi casa se quedó en silencio, un silencio pesado y extraño que nunca suele haber. Un portazo y más silencio.
“Mi madre habrá ido a comprar el pan”, fue lo primero que pensé. El silencio se rompió con el sonido de unos pasos pesados, como si en vez de caminar arrastrara los pies. Agudicé el oído para intuir hacia dónde se dirigían. Mi corazón se aceleró al presentir que esos pasos, fueran de quien fueran, se dirigían a mi habitación. Los pasos dejaron de escucharse y cogí aire. La puerta chirrió al intentar abrirse empujada por alguien. Cerré los ojos con más fuerza sintiendo el daño que me hacía. ¿Me estaba volviendo loca? Los pasos volvieron a retumbar en mi habitación como antes lo habían hecho en el resto de mi casa. Era incapaz de moverme y casi olvidé respirar.
Mi respiración era muy lenta, parece que lo del yoga servía de algo ahora. “No es nada, son imaginaciones tuyas” me decía una y otra vez para calmarme.  Mientras intentaba convencerme y mantener mi respiración relajada, los pasos volvieron a escucharse. Se estaba acercando a mi cama. Apreté más los ojos, intenté poner una cara de dormida y que por una vez esas clases de interpretación a las que iba dieran sus frutos y pudiera representar el papel de la Bella Durmiente.
¿Me atrevería a abrir los ojos? Mis nervios estaban a flor de piel, notaba que empezaban a sudarme las manos y para colmo de mis locuras, notaba una respiración suave en mi frente. ¡Tengo que dejar de leer libros sobre fantasmas!
Una voz dulce llegó a mis oídos, al principio me costó reconocerla debido a mi estado de nervios.
-          Me alegro de que estés bien. Estábamos preocupados por ti.
¡Era él! Estaba en mi habitación, hablándome porque creía que estaba dormida. Entonces sus palabras me golpearon, ¿preocupados? ¿Por qué? ¿Se habría enterado de mis paranoyas? ME revolví en la cama para que entendiera que me estaba despertando y que era mejor que se fuera.
Abrí los ojos lentamente para acostumbrarme a la luz de mi habitación. Aún me dolían de tanto apretarlos por el susto. Saqué las manos de debajo de las sábanas y las pasé por la frente y la cabeza. ¿No pensaba marcharse? ¡No podía verme en pijama! Por qué llevaba pijama, ¿no? Tan rápido como ese pensamiento se cruzó en mi mente volví a meter las manos dentro de la cama para palparme la barriga y las piernas en busca de una señal de que estaba vestida. Allí estaba el tacto suave y caliente del pijama. Uff, menos mal.  Me incorporé en la cama y ya con los ojos habituados a la luz enfoqué para ver si me inventaba que él estuviera en mi habitación o realmente estaba preocupado por algo y había venido a verme.
Allí, al lado de mi cama, mirándome con ojos inquisitivos, estaba Pablo. Me quedé de piedra, no sabía cómo reaccionar. Pablo, en mi casa, no en mi habitación, mirándome y supuestamente preocupado por mí. A modo de saludo, me dedicó su sonrisa pícara consiguiendo que me olvidara de que estaba en pijama y de mi vergüenza.

3 comentarios:

  1. Me encanta. Me he leído además el primero, aunque me tomo la libertad de comentarte solo en este. Me gusta, supongo que habrá un tercer capitulo. Lo espero con ansias y me ha encantado aprender una palabra/verbo nuevo "Timbrar"

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  2. Joooo yo quiero mas Lizzie, me dejas a medias siempre. Para cuando el proximo que se pone interesante

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  3. Joooo yo quiero mas Lizzie, me dejas a medias siempre. Para cuando el proximo que se pone interesante

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