martes, 24 de marzo de 2015

Un día de lluvia

Llevaban varios días lloviendo sin parar, aunque era lo normal en esta estación del año. La gente no salía a la calle y los pocos que se animaban salían abrigados como si fuera el polo norte y con paraguas. Yo en cambio me quedaba en casa sentada en una silla cerca de la puerta del balcón viendo caer el agua. Era un espectáculo que me encantaba.
Cuando llovía me ponía nostálgica y recordaba aquellos años en los que era joven y aún empezaba a descubrir el amor y sobre todo me acordaba de él.
Damien fue el primer chico del que me enamoré, yo tenía 19 años y hasta que le conocí no entendí realmente lo que era el amor. No os voy decir que nunca estuve con otros chicos porque sería mentiros. No es que yo sea muy guapa, nunca he sido de las chicas populares ya que siempre he sido gordita, mis ojos siempre han llamado la atención de la gente pues son de un verde claro. No sé que podía tener para atraer a los chicos pero yo nunca pasaba más de un mes con el mismo chico, me agobiaba, me acababa cansando o simplemente algunos me ponían los cuernos y al descubrirlo los dejaba. Mis amigas me decían que tenía que buscarme un chico con el que durara el cual me hiciera asentar la cabeza. La verdad no pensaba que nadie lo iba a conseguir.
Un día saliendo con mis amigas decidimos ir a un bar en el que había un camarero guapísimo. Tenían una diana y como nos gustaba mucho decidimos ir a jugar alguna partida para pasar el rato pero eso sí la que perdiera pagaba todo; así era más divertido. Cuando nos acercamos a la diana vimos que estaba ocupada, otros chicos estaban jugando y entre ellos estaba Damien. Era tan alto como yo, el pelo cortito y moreno. Lo que más me llamó la atención fueron sus labios que eran carnosos, algo raro. Se veía que era simpático porque no paraba de reírse con sus amigos y jugaba bastante bien a la diana. Nos quedamos allí mirando y poco a poco fuimos entablando conversación con ellos. Damien era muy divertido y me hacía sentir a gusto.
Despoués de eso nos vimos con regularidad durante años, siempre como amigos hasta que un día conocía a otro chico con el que empecé una relación y aunque quedaba con él y esas cosas ya no era lo mismo, le notaba diferente. Yo creía que estaba enamorada de ese chico, era dulce, le gustaba bailar, me llevaba a muchos sitios, me hacía cenas sabrosas, hasta nos fuimos a vivir juntos y él pensaba en casarse conmigo.
Un día invité a Damien para que viera donde vivía ahora con aquel chico, era invierno y llovía. Nos pusimos a ver una película y nos tapamos con una manta ya que hacía frío en casa. Yo estaba triste y enfadada ya que cada vez veía menos a mi chico y me sentía muy sola y me daba miedo porque sabía que si eso seguía así podría acabar dejándole y en verdad le quería mucho.
Estaba tapada hasta las orejas casi del frío que notaba. Un mechón de pelo empezó a molestarme y no quería sacar las manos para colocarlo, asi que me puse a soplar a ver si se colocaba en su sitio.
Damien se rio de mí y me dijo que le mirara, yo a mi vez enfadada le dije: no te rías tanto y apártame el mechón, ¿no ves que tengo frío?
Le miré y poco a poco fue levantando la mano para apartarme el mechón, en sus ojos notaba algo diferente, una dulzura en eses ojos marrones que me cautivaba y me hacía sentir alguien especial.
Justo cuando estaba a punto de apartarme el mechón entró en casa mi novio y el se apartó bruscamente de mí como si estuviéramos haciendo algo malo.
Mucho tiempo después de eso, aunque seguíamos siendo amigos y viéndonos con frecuencia algo había cambiado en mi manera de verle. Ya no le veía como aquel amigo con el que jugaba a los dardos.
Mi novio me pidió de casarme y yo no sabía qué hacer, sentía algo por Damien…
Damien al enterarse vino a preguntarme si era cierto y yo le había dicho que sí. En ese justo momento algo cambió en él, su cara se volvió triste y se me partió el corazón. Me cogió de las manos y mirándome a los ojos me declaró su amor que duraba ya años y que nunca me lo había dicho por miedo. Le agarré las manos y el me besó. Un beso dulce, tierno, con el que me sentía yo sin tener que ocultarme, con el que sentía todo ese amor que nos unía y que tarde me di cuenta de él. Un beso con el que exponíamos nuestra alma, un beso que nos acabaría uniendo para siempre.
Al final de tanto amor, cuando por fin estábamos juntos y enamorados, me sentía tan a gusto que hasta yo pensaba en casarme con él y tener hijos… toda esa felicidad quedó truncada un día de lluvia como el de hoy.
Estábamos cruzando el paso de peatones, íbamos a reunirnos con nuestros amigos de toda la vida ya que habíamos decidido casarnos y lo íbamos a comunicar. Un coche dio un frenazo, venía demasiado rápido y la carretera estaba muy mojaba y no pudo frenar a tiempo.
Ese coche mató al único chico que mi corazón amó, con el único que me planteaba un futuro…

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