martes, 24 de marzo de 2015

¿Amor eterno?

Me levanté y miré el calendario… 14 de Febrero. Vaya día me esperaba…
Me fui a la oficina y nada más llegar en la mesa vi un gran ramo de rosas rojas, ¿de quién serían?
Solo se me vino una historia a mi cabeza, una historia que había pasado hace años y que desde entonces había tratado de olvidar.
Mi primer amor, el único por el que mi corazón había sentido eso… acelerones, escalofríos, nerviosismo…
Le conocí en una fiesta, me sacó a bailar y en su mirada vi algo que me atraía más y más a él.
Una linda bachata sonaba y el me agarró dulce por las caderas y yo le acaricie el pelo azabache, esa melena rebelde que me llamaba tanto la atención. Le miré a los ojos y se clavaron en los míos… unos ojos marrones que me llenaron el corazón.
Al cerrar el club dimos un pequeño paseo por la orilla del Sena, se veía tan hermosa París con todas las luces, la gente paseando, parejitas…
Me acompañó a mi piso y quedamos de vernos al día siguiente. Tuvimos muchas citas, días y días de pasear de hablar y de conocernos hasta que un día pasó lo que yo tanto ansiaba.
Era de noche, estábamos al lado de la Torre Eiffel y me agarró de las manos y nos sentamos en un banco.
– Querida Celeste, ya tenemos tiempo de conocernos y la verdad que desde que te vi sentí una atracción por ti. Me gustaría que fueras mi novia desde ahora hasta siempre.
– Yo… yo también quiero- le dije con los ojos aguados.
Nos dimos nuestro primer beso debajo de la luna llena, un cielo azul oscuro precioso decoraba ese día especial.
Durante cinco años fuimos muy felices, nos contábamos todo, siempre juntos… pero lo bueno no dura eternamente.
Un día salí antes del trabajo y me dispuse a darle una sorpresa yendo a buscarle a su trabajo. Estaba cerca del edificio donde trabajaba mi chico cuando me di cuenta que estaba con otra mujer. Tal vez eran solo amigos. No, no lo eran, la había besado como me besaba a mí.
Me fui a mi casa y lloré, lloré asta que no me quedaron lágrimas y el regresó a casa.
– Hola mi amor
– Hola
– ¿Todo bien?
– Sí. ¿Quién era esa mujer a la que besabas?
– ¿Quién?
El orgullo me podía, ¿dónde estaba esa sinceridad de la que supuestamente hacía gala?
Ese mismo día lo dejamos. Miré por la ventana como se alejaba, una nevada caía por la ciudad y mi corazón sufría por verle marchar pero, era lo mejor.
Recorrí los lugares en lo que estuve con el con la nieve llegándome por los tobillos, solo para recordar buenos momentos, momentos que suponía que iban a durar para siempre.
La noche llegó en silencio mientras estaba sentada en un banco en el parque, pasaban miles de parejitas cogidas de la mano y yo odiaba no poder hacer lo mismo con el chico que amaba.
Ese día me di cuenta que el amor es algo efímero, que hay que disfrutar día a día y no darlo por hecho. ¿Volveré a creer en el amor eterno?

No hay comentarios:

Publicar un comentario