No sé realmente cuando me di cuenta de que estaba enamorada
de él, no me acuerdo cuando mi vida empezó a quedar patas arriba y destruida
como si pasara un huracán arrancándome todo lo que creía que tenía asentado y
bien anclado.
Cuando conocí a Lucas estaba saliendo con otro chico; eran
amigos, muy buenos amigos pero tardó en presentármelo, supongo que no se había
dado la casualidad o que se yo.
Un día mi novio y yo estábamos paseando por la zona de pubs
de la ciudad. A él no le hacía mucha gracia, prefería quedarse en casa viendo
una película. Cuando ya estábamos yendo hacia el coche, nos encontramos con
Sergio y un grupo de amigos de su trabajo bebiendo cerveza y jugando a los
dardos. La verdad cuando le vi me pareció guapo, pero yo estaba muy enamorada
de mi novio y no me fijé en él.
Mi novio y yo empezamos a salir con varios de sus amigos,
pero pasábamos fines de semana enteros con Lucas.
Sergio es divertido, gracioso, le encantan los ordenadores
y tiene un cuerpazo. Es alto, moreno y
con los ojos marrones claros. Sus manos
son grandes y alargadas y parecen fuertes.
Mi novio y yo empezamos a vivir juntos a los dos años de
estar saliendo. Lucas venía mucho a nuestra casa así que compramos una Wii para
pasar el rato en casa.
Un año después de vivir juntos, mi novio empezó a tener
muchísimo trabajo. Venía a casa pasada la media noche y los fines de semana no
estaba nunca en casa. Por la semana empecé a meterme en chats para no sentirme
sola mientras no llegaba a casa, por las tardes siempre estaba con mis amigas
así que no notaba su ausencia. Los fines de semana Sergio venía a casa,
pasábamos el día jugando a la wii o estábamos en el ordenador viendo algún
anime.
Supongo que ahí fue donde empezó todo. Pasaba más tiempo con
Lucas que con mi novio, hasta alguna tarde venía hasta casa un rato para ver
que tal estaba. Me presentó algunos amigos que jugaban con él a los dardos,
jugaba en un equipo profesional y de vez en cuando iba a verle jugar. Mis
amigas decían que era aburrido pero a mí me gustaba verle jugar, las posturas
que ponía, ver como se enfadaba porque no iba como quería y su cara de
concentración.
Gracias a él empecé a jugar yo también recordando viejos
tiempos en los que jugaba con mis amigas a ver quién pagaba la ronda de
cubatas.
Un día jugamos contra otro equipo, no eran buenos pero
estábamos teniendo un mal día. Lucas se enfadó mucho y le dio un puñetazo a una
columna. Me asusté por si se rompía la
mano o algo y se la cogí. Él, en cambio, me quitó la mano y se fue de mi lado.
Noté como se me rompía el corazón, como si una tormenta me sacudiera sacando a
relucir todos mis sentimientos hacia él. Había tenido dudas de si él me gusta,
de porqué me sentía tan a gusto con él o porqué me lo pasaba mejor mirándole
que estando de paseo.
Al terminar la partida, en vez de quedarnos un rato como de
costumbre, Lucas quería marcharse ya. Me tuve que despedir de los chicos con
los que habíamos jugado que eran muy simpáticos, incluso me habían invitado a
un par de chupitos.
Fuimos al coche y aunque intenté entablar conversación el no
cedía. ¿Tan enfadado estaba?
Supongo que en ese momento me di cuenta de lo mucho que
significaba para mí tener una conversación con Lucas. Lentamente las lágrimas
asomaron en mis ojos y me las limpié con mis manos temblorosas. Notaba un nudo
en la garganta que no se iba con tragar saliva.
Me dejó en casa, seguro que mi novio ya estaría durmiendo.
Estaba a punto de salir del coche y Lucas me detuvo.
-
¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
-
Por nada, son tonterías.
-
¿Seguro?
-
No entiendo por qué a mí en toda la noche casi
no me hablaste, cuando me preocupo por tu herida escapas y con aquella chica
hablaste casi toda la noche e incluso le sonreías.
Empecé a soltar una cosa detrás de otra, reprochándole su
actitud como si estuviéramos saliendo juntos. Solo quería ser alguien especial
para él también.
Sé que él se sintió mal por todo lo que le dije, tal vez me
pasé pero solo quería ser con él como con los demás. Por miedo nunca le daba
dos besos, ni le tocaba en el hombre como a otros amigos, ser aún más cercana a
él y sentir que soy importante para él como lo es para mí.
Muchos fueron los días en los que quedamos y parecía que le
gustaba por cómo me trataba y otros que le era indiferente. Miradas furtivas,
caricias disimuladas y algún acercamiento tonto sin llegar a nada. El tiempo
pasaba y yo dudaba cada día más de lo que sentía él por mí.
Un día nos quedamos solos en la galería, mi novio había ido
a no sé dónde a por no sé qué. Yo estaba tapada hasta las orejas, me estaba
muriendo de frio. El flequillo me molestaba en los ojos y le pedí que me lo
apartara detrás de las orejas. Al principio no me hizo caso y se lo volví a
repetir. Levantó la mano lentamente y la acercó a mi flequillo. Mi corazón
latía a mil por hora. El brillo de sus ojos era muy tierno, me sentía como esas
de las telenovelas. Cuando estaba a punto de apartarme el flequillo apareció mi
novio y se giró a mirar su ordenador.
Cada vez tenía más claro que mi corazón ya no suspiraba por
el que era mi novio. Lucas se había ganado un sitio en mi corazón y quería
decírselo.
Lucas poco a poco fue cambiando su actitud hacia mí, me
dejaba tocarle de vez en cuando e incluso apoyarme en él. Un día me apoyé en
sus piernas para ver una película, me sentía en la gloria.
Estuvimos así un par de años. Creo que ninguno de los dos tenía la certeza
de lo que sentía el otro y no queríamos arriesgarnos a sufrir.
Un día no aguanté más.
Aproveché que mi novio se había ido por trabajo a otra
ciudad y estaría toda la semana fuera. Invité a Lucas como siempre a jugar al
Mario Kart, quería la revancha. Tenía
todo preparado en mi cabeza, lo que le iba a decir y las respuestas que podría
decirme y como no la que menos esperaba que me dijera.
Después de jugar hice la cena, preparé unas
hamburguesas y vimos una película de
comedia. Nos reímos muchísimo. Cuando se
levantó a cambiar de película, yo también me levanté muy despacio, para no
hacer ruido. Le abracé por detrás y mi corazón ya iba desbocado, solo con tocarlo.
¿Qué iba ser de mí si algún día le besaba?
Lucas se quedó quieto, supongo que asombrado por que le
había hecho. Aclaré mi garganta antes de hablar.
-
Sé que esto que te voy decir puede que lo hayas
presentido o puede que no. Pedro es tu amigo y yo soy su novia pero tú sabes
que la cosa no va bien desde hace mucho tiempo. Me haces sentir cosas que nunca
hubiera soñado. No somos nada pero no me gusta verte con otras, deseo que me
quieras y que lo que siento por ti tú también lo sientas. Hay días que estoy
segura de que te gusto y otros creo que me odias. Si supieras lo que suspiro
por ti, entenderías que buscase cada oportunidad para estar contigo, tocarte
aunque sea sin querer y soñar con estar a tu lado por siempre. Espero que seas
sincero y no me haga sufrir más. Dime que sientes por mí, lo aguantaré.
Me quedé callada, esperando y abrazándolo más fuerte. Si me
decía que solo eran ilusiones mías, tendría que alejarme de él. Dijera lo que
dijese solo había una solución, dejar a mi novio para siempre. No sería justo que yo siguiese con el estando
enamorada de otro.
-
Yo, siento algo por ti. Me cuesta mucho decirte
esto porque eres la novia de mi mejor amigo y no quiero hacerle sufrir. Me
gustas desde el primer momento que te vi, pero intenté olvidarte por nuestro
bien. Quiero estar contigo y sentir tu
piel con la mía cada día, besarte a todas horas y sentirme en el paraíso.
Lucas se dio la vuelta e igual que aquel día con el
flequillo, se acercó muy despacio a mí, con ese brillo especial en sus ojos y
yo solo cerré mis ojos para abandonarme a las miles de sensaciones que me
estaban inundando. Su beso fue tierno pero lleno de pasión.
Quedamos abrazados, sintiéndonos unos y sufriendo por el
daño que le estábamos haciendo a otra persona. Una persona que era buena y no
había tenido la culpa de que yo me enamorara de otro chico.
Era difícil sentirse 100% feliz pero quería disfrutar de
esto hasta que llegase el momento de dejarlo. Cuando volviese mi novio hablaría
con él, también tiene derecho a ser feliz y encontrar su otra mitad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario